Me parece importante que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos le dé una mirada a la situación puertorriqueña. Por su falta de soberanía, nuestro país ha estado demasiado tiempo al margen del derecho internacional y sus órganos a distintos niveles geográficos. Como apéndice de Estados Unidos, no se nos toma en cuenta ni para bien ni para mal en la escena internacional. Estados Unidos habla por nosotros... si acaso.
Ya es tiempo de que se nos trate como lo que somos: una nación aparte, con nuestros defectos y nuestras virtudes, llamada a responder por violaciones a normas jurídicas de aplicación universal. Que nuestro gobierno, menguado en poderes, rinda cuentas al resto del mundo por las injusticias e intransigencias que mantenemos, aun con el aval del ordenamiento jurídico. Que se sepa, además, que no tenemos la última palabra en cuanto al reconocimiento de derechos fundamentales, pues esa autoridad, al igual que todas las demás que nos han sido conculcadas, reside en Washington.
¡Que la Historia nos juzgue!
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