En cosas como ésta es que se ve claramente el cinismo, la hipocresía y la prepotencia de Estados Unidos en el ámbito internacional. Human Rights Watch, entidad que vela por el respeto a los derechos humanos en todo el mundo, le ha escrito a Obama para que no continúe postergando la firma del tratado internacional de 1997 para eliminar el uso de minas terrestres como parte de las armas de guerra. Actualmente hay 161 países signatarios de dicho tratado. Aunque los americanos participan notablemente de la remoción de esos artefactos explosivos y la compensación a las víctimas, se niegan a suscribir su prohibición.
Es la actitud de un imperio que no admite cortapisas, pues quiere tener a su disposición irrestricta todas las armas para derrotar a sus enemigos. Sujetarse a las normas del derecho internacional sería ceder su hegemonía y proyectar debilidad, algo impensable para los americanos.
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