martes, 8 de abril de 2014

Amén

El juez Pagán Ocasio no nos ha defraudado. (Excepto un poco a mí, por haber escrito una sentencia de 70 páginas.) No se comió el cuento de la Diócesis de Arecibo para negarse a entregar toda la información pertinente a la pesquisa acerca de los curas que han pervertido el llamado de «dejad que los niños vengan a mí». Vio claramente el subterfugio del obispo, de apelar a normas de derecho canónico, para continuar tapando el escándalo de pederastia en la Villa del Capitán Correa. Colocó correctamente el interés público por encima de consideraciones de cofradías. Entendió mejor la Palabra, que quienes la predican consuetudinariamente, pero la han traicionado vilmente.

Sería una gravísima contumacia y temeridad que la Diócesis de Arecibo solicitara una revisión de este dictamen, no porque no tengan derecho a ello, sino porque, además de que contradice la nueva política vaticana sobre el particular, el país y el resto de la Iglesia Católica puertorriqueña repudian su pretensión.

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