Los puertorriqueños crecemos oyendo la palabra cabotaje, pero muy pocos conocemos su significado. Ocurre que se trata del «tráfico marítimo en las costas de un país determinado» o «navegación que hacen los buques entre los puertos de su nación...». En nuestro caso, por imposición imperial norteamericana, ello -- como todo lo demás-- está bajo su jurisdicción. El efecto concreto es que ese tráfico con Puerto Rico tiene que darse en barcos con bandera de Estados Unidos, con el fin de proteger su sector naviero, algo que redunda en el encarecimiento sustancial de nuestras importaciones.
Durante casi un siglo, los independentistas hemos denunciado esta situación, negada por los asimilistas y los autonomistas -- léase colonialistas -- para ocultar este mal de nuestra subordinación política. Pero, hay verdades como templos, y en medio de la crisis económica, el país despierta a esta realidad, y comienza a insistir en que se le libere de esta parte del yugo colonial.
Un día tendremos una ley de cabotaje de nuestra verdadera nación, para comerciar libremente con las del resto del mundo según nos convenga. Como debe ser.
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