Los holandeses -- conocidos mundialmente por su liberalidad y tolerancia en lo que respecta al uso de sustancias controladas y el sexo -- han tenido que recoger velas e imponer controles más rigurosos al proceder. Lo que una vez fue un paraíso del uso de la marihuana ya no lo es tanto. Ahora el Tribunal Supremo de Holanda ha tenido que declarar ilegal un grupo cibernético que aboga por la pedofilia. Reconociendo la particular vulnerabilidad de los menores de edad, el Tribunal dictaminó que es contrario al interés público permitir la diseminación del mensaje pedófilo, sobre todo en lo que respecta a las víctimas. Lo que sorprende es que un tribunal de inferior jerarquía había decidido que la prohibición solo debía aplicarse a los grupos pedófilos que representaran una amenaza al orden público.
En ocasiones, el ideal libertario se desvirtúa, admitiendo situaciones límites que son contrarias al orden público y las buenas costumbres por parte de quienes pretenden aprovechar la libertad para darle rienda suelta a su libertinaje. Los derechos constitucionales no son absolutos, ni pueden ser objeto de manipulación malsana. Hay que tener el discernimiento de darnos cuenta de ello, para ponerle coto a ese abuso del Derecho.
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