La abogacía, al igual que otras profesiones, se resiente del uso indiscriminado de un lenguaje estereotipado y hueco. Las respuestas de los abogados del exSecretario de Justicia a la querella ética que se publican hoy son un ejemplo de ese discurso jurídico defensivo y vacuo que nada aporta al esclarecimiento de una controversia. En variaciones sobre el mismo tema, se resume de esta manera: «La imputación es producto de información incorrecta y contraria a la realidad y carece de base fáctica alguna». O sea, se niega absolutamente lo imputado. Mientras la querella hace unos señalamientos específicos, la respuesta es una negación general y vaga, que recuerda la costumbre abogadil de negarlo todo de primera intención, hasta cosas que luego se terminan aceptando por estipulación. Invocar normas y principios de derecho de manera general, como si fueran palabras mágicas, apunta a una debilidad argumental de la parte que así lo hace.
Estas son malas mañas de abogados acostumbrados a litigar de forma poco responsiva, para dilatar los procedimientos y obtener ventajas indebidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario