jueves, 20 de marzo de 2014

Diversión y aprendizaje

Las aficiones de mi niñez me pusieron en contacto con un léxico foráneo, que ha pasado al nuestro.  El cine, la lectura y la televisión me familiarizaron con sheriff, bien fuera el de Nottingham -- perseguidor implacable de Robin Hood -- los innumerables comisarios en las películas del Viejo Oeste, o la muy exitosa serie televisiva El sheriff de Cochise. Mi lectura asidua de la revista National Geographic me llevó a conocer los detalles de la hazaña de Edmund Hillary, primero en escalar el Everest, junto a su guía sherpa -- pueblo nepalés -- Tenzing Norgay. Y, por supuesto, todas aquellas películas ambientadas en  la selva africana trajeron a mi vocabulario la palabra swahili, lo más cercano a una lingua franca en ese continente.

Bien decía mi padre que el cine -- aun el de poca calidad -- es una escuela.

1 comentario:

Hiram Sánchez Martínez dijo...

Y el mío decía que «a admisión de parte, relevo de prueba». Eso de «divertirse» de niño yendo al cine de Mayagüez se lo vengo escuchando al autor desde que nos conocimos hace más de cuarenta años. Créanselo, es cierto. Mientras los demás niños nos divertíamos jugando unos con otros, el autor prefería irse solo a ver la última producción de Hollywood —entonces mayormente en blanco y negro— donde adquirió un envidiable conocimiento de ese arte. Pídanle que también escriba de vez en cuando sobre este tema y lo comprobarán. Para mí, él sería un gran personaje infantil para un cuento.