miércoles, 26 de septiembre de 2012
Un hoyo muy profundo
La crisis de derechos humanos en Honduras cobra una cuota alta entre los abogados que los defienden. Naciones Unidas denuncia que en los pasados tres años 74 abogados han sido asesinados por su trabajo en ese país, sin que el gobierno haya hecho mucho por esclarecer esos crímenes. Es de suponer que a esos colegas se les ve como entes disociadores, de izquierdas y entremetidos en regímenes que no respetan el estado de derecho ni los derechos humanos. El rol del abogado como cuestionador del orden establecido respresenta un desafío al poder que se impone por la fuerza y se mantiene con recursos fascistoides. El abogado comprometido con la democracia y la libertad es entonces un «enemigo» del Estado, que debe ser silenciado a toda costa y privado de su capacidad de ayudar a otros en la reivindicación de los derechos que les han sido conculcados.
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