Desde hace dos años, nuestros medios de comunicación se refieren a la ahora imputada del asesinato de Georgina Ortiz como la «mucama» de la familia. Todo este tiempo me ha llamado la atención que se le llame de esa manera porque, en el Puerto Rico que conozco hace 62 años, en las casas hay criadas o sirvientas, y en los hoteles hay mucamas, que se me antoja debe referirse a la mujer que arregla las camas. No sé si es por una falsa sensibilidad que supone denigrante los primeros dos términos o por mimetismo cultural de novelas o series televisivas extranjeras, que ahora hemos adoptado ese vocablo para describir lo que también se denomina muchacha de servicio, aunque, en este caso, por la edad de la mujer en cuestión, no sería posible.
Cierto es que el diccionario registra los significados de «criada» y «sirvienta», pero, como he dicho, los boricuas no usamos la palabra «mucama» con esas acepciones, y no tiene sentido variar nuestro uso y costumbre lingüístico con un extranjerismo innecesario.
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