La Real Academia Española me sigue decepcionando con su actitud extremadamente condescendiente en lo relativo a la aceptación de anglicismos y neologismos. Y no es para menos, cuando capto en mi «radar» lingüístico ufo, ufología y ufólogo, cuyos significados no tengo que explicar a lectores de este siglo.
Lo cierto es que esto resulta un «encuentro cercano del peor tipo» con estos adefesios que, además, son innecesarios. Lo primero porque procede del acrónimo en inglés unidentified flying object; lo segundo porque es de todos conocida la equivalencia en español ovni, de «objeto volador no identificado». En fin, estas cosas extraterrestres tienen una nomencaltura largamente aceptada, por lo que la otra es ajena al genio de nuestro idioma.
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