El colega que representa a los residentes de la comunidad que va a ser expropiada para el paso del Gasoducto del Sur tiene el caso perdido, no por falta de méritos, sino porque litiga contra un Estado empeñado en llevar a cabo la obra a como dé lugar. Véase que digo Estado y no gobierno, pues en esto Fortuño no es , esencialmente, distinto de Acevedo Vilá. Aquí, hace tiempo, los que mandan son los constructores, desarrolladores e ingenieros, gente cuyo único cálculo es el costo de llegar del punto "A" al punto "B", sin que importe mucho si con ello, como en este caso, se pasa por la sala de la casa del señor Santiago. ¡Pues, a Santiago, que se mude!
Tampoco cuenta que el tubo pase absurdamente cerca de viviendas, pues el "progreso" no se puede detener. Los pobres - casi siempre, prietos - no pueden ser un obstáculo para "la obra de gobierno." Por eso, a despecho de la orden judicial, se sigue trabajando, con la certeza de que, al final del camino, el proyecto se completará. La presión del Poder Ejecutivo y del Legislativo es demasido fuerte para el Poder Judicial, el cual tiene a su disposición un amplio repertorio de razones para justificar éste y otros despojos.
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