La información periodística sobre el Registro de Ofensores Sexuales es tendenciosa, fruto del desconocimiento y el afán de los medios noticiosos de señalar que nada funciona en el país. Aunque el problema de los ofensores sexuales - sobre todo contra menores de edad - es real y considerable, hay que tener cuidado de caer en una especie de macartismo penal, con un asedio permanente a estas personas. La idea del Registro es que se sepa dónde viven y que la gente los conozca; no es hacerles la vida imposible. La rehabilitación, aunque difícil, es posible, y hay que darle espacio a estos sujetos para funcionar en la libre comunidad.
La pretensión de que no participen en las actividades en la escuela a la que asisten sus hijos es claramente absurda. Una cosa es que se les prohíba merodear por esa escuela u otra donde nada tienen que hacer, y otra muy distinta es que no puedan entrar ni asistir a las actividades curriculares y extracurriculares de sus hijos.
Como he dicho en otras ocasiones, el Derecho - sobre todo en su aspecto restrictivo - no se puede interpretar de una manera tan amplia que resulte irrazonablemente oneroso u opresivo, no importa lo asqueante que nos resulte una conducta delictiva.
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