Nuestros pitiyanquis - tan admiradores de todo lo federal - son los únicos que ven con buenos ojos el funcionamiento del gran jurado, esa institución que es lo más parecido, en la era moderna, a los procesos medievales y a la "Santa" Inquisición. En estos días, ese apéndice del Ministerio Público hace de las suyas contra unos puertorriqueños que viven "en Nueva York y otras desgracias." "Culpables" de desafiar al imperio en Vieques y otros escenarios de opresión, se les cita para echarles las redes de la conspiración sediciosa o algún embeleco parecido. Ni los más fanáticos creerían que el "crimen" de mi compueblano Monteverde de interrumpir un juego entre los Yankees y los Orioles hace ocho años justifica este acoso oficial.
Durante mucho tiempo, el gran jurado ha sido utilizado burdamente para perseguir al independentismo, con visos de legalidad. En la era post 11 de septiembre, este mecanismo fascistoide ha cobrado nuevos bríos y víctimas. Otra razón para reclamar nuestra soberanía cuanto antes.
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