Una vez más, un jurado puertorriqueño ha rechazado los «cantos de sirena» de la Fiscalía Federal para que impusieran la pena de muerte. Solo la temeridad de ese Ministerio Público empeñado en imponer un estado de Derecho que nos es ajeno -- constitucional y culturalmente -- explica la insistencia de pedir la pena de muerte en un país que la prohíbió hace 80 años por ley y 60 años en su Constitución.
Pero, esos procónsules del imperio siguen insistiendo en hacernos parte de una barbarie jurídica que hace mucho tiempo decidió que la pena de muerte no es «castigo cruel e inusitado».
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