domingo, 18 de noviembre de 2012

Un discrimen razonable

Jueces de Pennsylvania han impugnado judicialmente la disposición constitucional del estado -- la nuestra es igual --  que los obliga a retirarse a los 70 años. (Dejemos a un lado la sanidad mental de alguien que, a pesar de tener derecho a una buena pensión, quiera seguir trabajando después de esa edad.) El fundamento del reclamo es que se trata de un discrimen irrazonable por razón de edad.

Pues mire usted que no. Hay buenas razones para que los jueces se tengan que jubilar a esa edad. Si bien hay casos excepcionales, normalmente las personas de esa edad ya dan muestras de deterioro físico y mental que no los hace aptos para continuar desempeñando un cargo tan delicado como el judicial. Véase que la edad de retiro en el resto de la función gubernamental, la del Seguro Social y la de las empresas privadas es una menor de 70 años.

Por otro lado, a esa edad, generalmente, el juez podría haber ocupado su cargo por entre 20 y 35 años, pues casi nunca se le nombra ni muy joven ni muy maduro. Por lo tanto, se trata de personas que han tenido amplia oportunidad de servir a la comunidad en sus años más productivos.

Hay además consideraciones de movilidad laboral. Si a la gente se le permite permanecer en sus empleos indefinidamente o por periodos demasiado prolongados, hay una generación que no tendrá la oportunidad de ocupar esos puestos de trabajo o pasarían a hacerlo muy tarde en su vida.

Finalmente, no es bueno para una sociedad que se mantengan demasiado tiempo las mismas personas en los cargos públicos, pues no hay una renovación oportuna de enfoques, opiniones y visiones de mundo. En la judicatura, es muy fácil vestir con ropaje jurídico los gustos y los disgustos personales, en detrimento de una adjudicación ecuánime que sirva mejor a los intereses sociales. Ni aun los grandes juristas deben perpetuarse en el estrado.

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