La inciativa de la Oficina del Procurador del Paciente, que busca reducir el martirio de la espera en las oficinas médicas, sigue enfrentando oposición y tácticas dilatorias. Cuando hace unos meses se anunció, a la doctora Amador la trataron como una traidora de su clase profesional, por osar proponer que los médicos fueran considerados con sus pacientes y establecieran una forma de trabajar más eficiente. A juzgar por la reacción general de la clase médica, el apocalipsis estaba a la vuelta de la esquina.
Pero, aunque mediatizada, la norma va encaminada a prevalecer. Hoy se publica un aviso de que la medida entrará en vigor «escalonadamente» en un periodo de cinco meses. Evidentemente, los médicos convencieron al ahora Procurador de que necesitan todo ese tiempo para aprender a trabajar de manera que los pacientes no tengan que pasar el día en sus oficinas. Lo cierto es que siempre ha habido médicos que han sabido manejar sus compromisos de una forma razonable para evitar esas esperas abusivas de personas - no se nos olvide - que están enfermas y se sienten mal, pues, fuera de uno que otro hipocondriaco, nadie va a al médico por pura diversión. En época reciente, puedo dar testimonio personal de que tres médicos de distintas epecialidades me han atendido en un lapso breve, sin que ello se haya registrado en la escala de Richter. Por lo tanto, se puede y se debe; lo que hace falta es voluntad.
Esperemos que en este aplazamiento anunciado no se produzca una «recaída»...
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