Es cierto que «al mejor cazador, se le va la liebre». En la presentación de la Nueva ortografía de la lengua española, hace dos días, el académico que dirigió los trabajos que culminaron en la obra dijo: «Sin embargo, desde los inicios del siglo XX inicia un largo y silencioso mutis, casi un destierro de las investigaciones sobre el lenguaje.» Para evitar la repetición tan próxima de la forma sustantiva y verbal del mismo vocablo, debió decir, en primer lugar, albores o comienzos o, en segundo término, comienza o empieza. Lo que no está bien en todo un señor académico es una pobreza de vocabulario que lo obligue a la repetición apuntada.
Pero, la cosa no acaba ahí. Más adelante en su mensaje dijo: «Por acuerdo unánime de todas las academias... Quiero pensar que se refería a que en cada una de las academias de la lengua española que participaron de esta revisión hubo unanimidad - cosa que me parece improbable - porque, de lo contrario, el hombre ha cometido un dislate muy embarazoso, en lugar y momento tan señaladamente inoportunos.
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