jueves, 16 de julio de 2009

El «delito» de ser pobre

Uno supondría que, a estas alturas del desarrollo de nuestra sociedad, el penar una condición como la de ser deambulante hubiera quedado atrás con otros rezagos sociológicos ya superados. Preocupa, pues, que un número sustancial de gobiernos municipales insistan en sancionar penalmente la conducta inherente a estar sin techo. Debería estar claro que ello es contrario a la letra y el espíritu de nuestra Constitución, sobre todo, y a los postulados básicos del derecho humanitario. Todas las razones por las cuales alguien se encuentra en esas condiciones encuentran cobija bajo el palio constitucional de la amplitud y raigambre del nuestro. Me pregunto si este proceder de los gobiernos municipales ha contado con el consejo legal de sus asesores o si se ha hecho a pesar de ello.

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