Le han caído chinches a Obama, por decir lo que todo el mundo sabe: en Estados Unidos, el color oscuro de la piel constituye «motivos fundados» para creer que se comete un delito. Bastó que la vecina le dijera a la policía que había «dos negros» tratando de entrar a una casa, para que se llegara a la conclusión de que se trataba de un escalamiento. Se puede apostar a que, si se tratara de gente blanca, la policía se habría ofrecido a ayudarlos a forzar la puerta.
Curiosamente, este incidente valida las tan combatidas expresiones de Sonia Sotomayor. Como negro, Obama entiende perfectamente lo ocurrido en el caso de su amigo el profesor de Harvard: la presunción de ilicitud y maldad que está presente en las situaciones en las que hay un negro de por medio. O, como ha dicho Obama, un latino. Eso es lo que Sotomayor entiende muy bien también.
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