Si alguna palabra describe perfectamente el estado de cosas posterior al 11 de septiembre de 2001 en lo que respecta a los derechos humanos en Estados Unidos y otras democracias liberales es kafkiano, término tomado de la visión absurda y angustiosa de Frank Kafka en novelas como El proceso y El castillo. Durante mucho tiempo se pensó que ese mundo en el que el individuo se enfrenta a una burocracia monolítica y ciega que lo aplasta se aplicaba solamente al fascismo soviético y de sus satélites totalitarios. Pero, el Patriot Act americano y su progenie han actualizado y ampliado la profecía del genial autor checo.
Vivimos a merced de un totalitarismo solapado orquestado por Estados Unidos y seguido por sus aliados, del cual no hay escapatoria. Guantánamo es prueba de que es posible el encierro indefinido sin pruebas ni acusación formal, de lo cual no hay recurso legal ni protección de otra clase.
Kafka estaría espantado.
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