Hay palabras que se ponen de moda en esta ínsula abaratada. Hace un par de días, el Gobernador usó el término «melancólico», en referencia a lo que no era su enfoque hacia la cultura. Obviamente, lo que quiso decir fue que no era nostálgico, distinción que está fuera de sus menguadas capacidades lingüísticas.
Ahora, la prensa se hace eco del disparate, al decir en un editorial: «Ese archivo [Archivo General de Puerto Rico] no es un simple almacén de papeles melancólicos, sino el refugio de una documentación viva...». Esto me recuerda el reciente uso de García Padilla del vocablo «silvestre» para referirse a la discusión interna en su partido sobre la relación con Estados Unidos.
Lo verdaderamente melancólico es tener un Gobernador tan ignorante.
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