Oscar Pistorius ha vuelto a sorprender al mundo. Primero fue por sus innegables dotes de corredor, sobre todo por serlo con prótesis en ambas piernas. Ahora porque, luego de matar a tiros a su novia, ha sido «recompensado» con una sentencia de cinco años de reclusión y la posibilidad de salir a prueba luego de 10 meses. ¡Mejor que una medalla de oro olímpica!
Esta sentencia resulta totalmente absurda y ridícula. Aun la de 10 años que solicitaba la fiscalía sudafricana era un insulto a la memoria de la víctima, pues infravaloraba su vida. Que la familia de ella se dé por satisfecha pone a pensar en qué clase de gente es esta. La vida es el bien y el valor supremo; nada merece mayor castigo que quitarla, sobre todo ilegalmente, bien sea con alevosía o por negligencia. Una sentencia tan corta desmerece la vida humana y constituye un abuso de discreción judicial monumental.
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