Los errores en la justicia penal suelen ser muy graves, sobre todo cuando se condena a un inocente. Más aun, cuando al tribunal o al jurado se les induce a ese error, manipulando u ocultando la prueba. Un hombre en Texas que pasó 25 años preso por el asesinato de su esposa -- cuya inocencia quedó demostrada por la prueba de ADN -- ha instado un recurso contra el fiscal -- ahora juez -- que lo procesó, por haber ocultado prueba exculpatoria, incluida una declaración de su hijo de tres años, quien presenció el crimen, y las declaraciones de vecinos que vieron a un hombre internarse en un bosque cerca de la casa donde ocurrió el asesinato. Evidentemente, el afán de lograr una condena llevó al entonces fiscal a actuar de manera indebida.
Nunca es tarde para hacer justicia. Pero, no basta con la excarcelación de un inocente. Quien propició ese cruel encierro por un cuarto de siglo tiene que pagar. No importa que ahora vista la toga judicial.
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