martes, 12 de febrero de 2013

El país que no nos pertenece

La pedofilia no tiene fronteras ni distingos de clase alguna. Aunque la que se ha dado en la Iglesia Católica es la más rampante -- ha tumbado hasta un Papa; nadie se llame a engaño -- con alguna frecuencia se manifiesta en pastores y reverendos de denominaciones protestantes. Ahí tenemos el caso del pastor descarriado acusado de cometerla con tres varones de 12 y 14 años.

Los federales que, al decir en inglés, tienen "a finger in every pie" han ejercido su jurisdicción, tomando para sí el caso y relegando a nuestro Ministerio Público a un papel de segundón, invitando a una fiscal puertorriqueña como «fiscal asistente». ¡Pobre mujer!

Y pobre de nuestra cada vez más menguada autoridad para encausar hasta los delitos más comunes . Al paso que va esta suplantación, habrá que replantearse el principio de territorialidad en la aplicación de la ley penal en Puerto Rico.

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