La sentencia de 15 años de prisión al líder de una secta dentro de la comunidad Amish en Estados Unidos pone de manifiesto el peligro que representa el fanatismo religioso, cuando lleva a la violencia. En este caso, este individuo, junto a otros de su misma creencia, le cortaron el pelo y la barba a la fuerza a otros Amish, por considerar que éstos no cumplían con la ortodoxia de su religión. Toda vez que el pelo largo y la barba larga son símbolos importantes de la pertenencia a esa comunidad de fe, el habérselos cortado tenía un significado de exclusión y rechazo.
En este sentido, lo ocurrido quedó tipificado como un «crimen de odio», clasificación penal que recoge los delitos que se cometen motivados principalmente por la aversión que se siente por alguna característica o condición particular de la víctima, bien sea inherente a su persona o por pertenecer a cierto grupo.
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