Continúan los fallos, cuando menos, «sorprendentes» en las salas de lo penal en nuestro país. A un juez le ha parecido que un exsoldado que mató a su novia con un rifle de alto calibre disparándole en el rostro desde muy cerca es solo culpable de «homicidio negligente». A pesar de que el único testigo presencial afirmó que el acusado le apuntó con el arma a la joven, el juez no vio «intención criminal» en ello. Incluso lo absolvió de los cargos por violar la Ley de Armas. Lo peor de todo es que la pena podría fluctuar entre seis meses y tres años, o una sentencia suspendida.
Algo anda muy mal en la judicatura cuando se dan decisiones tan inexplicables como ésta. La tan cacareada «discreción judicial» no puede ser un cheque en blanco para que los jueces tomen decisiones descabelladas. El sistema debe «tomar conocimiento administrativo y judicial» de actuaciones así para, de las formas apropiadas, depurar sus filas de elementos de cuestionable criterio.
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