En New Jersey le han quitado a sus padres la custodia de un niño a quien, siguiendo la tradición familiar, inscribieron con el nombre de «Adolf Hitler». El Estado ya había removido otros tres hijos con nombres asociados a los nazis. Se alega, sin embargo, que los motivos nada tienen que ver con eso, sino con un patrón de abuso a los niños. Los padres, por su parte, sostienen que la verdadera razón es la de los nombres, e invocan su derecho a nombrar a sus hijos como les plazca.
Evidentemente, esta pareja está desquiciada, pues nadie en su sano juicio expondría a sus hijos al oprobio de llevar nombres así. Si bien se reconoce a los padres una libertad amplia para poner nombres a sus hijos, hay límites que dictan el decoro y la sensatez. En cierta forma, el empeño de estos padres constituye una forma de «abuso» contra sus hijos, al condenarlos a la burla, el discrimen, el escarnio y el rechazo social.
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