Se anuncia la firma de un documento por parte de ciertos dirigentes políticos nuestros, en el que se ponen de acuerdo para, una vez más, pedirle de favor a Estados Unidos que mantenga un beneficio contributivo para sus empresas que operan aquí, como si tuviera algún valor jurídico. Para lo único que sirve ese acuerdo es para evidenciar la fragilidad de una economía que depende, de manera absurda, de disposiciones de leyes contributivas de otro país. Cuando, como en este caso, ese otro país decide cambiar su legislación, pensando en sus intereses, nos vemos reducidos al papel triste de pordioseros que van a gemir y a lloriquear a la casa del amo, para que no les quite las migajas de las que viven.
Ésta es la esencia del coloniaje.
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