Es importante reconocer las raíces económicas y sociales del crimen, para atenderlas adecuadamente y, con ello, tener una mejor oportunidad de reducir el problema a un nivel tolerable. Pero, hay que tener cuidado con echar culpas desmedidamente a esos factores o a «la sociedad», pues, de esa forma, se diluye la responsabilidad moral del individuo. Es decir, si se delinque porque «se les vendió un proyecto social que no era viable para ellos» - como ha dicho un buen samaritano - en cierta forma, se disculpa a los delincuentes, que se han visto «obligados» a dedicarse al crimen porque no encuentran una forma honrada de ganarse la vida.
Lo que esta visión desconoce es que siempre ha habido falta de oportunidades y pobreza, pero las personas decentes han hecho de tripas corazón para sobrellevar sus vicisitudes, sin optar por la vida fácil de la ilegalidad, sobre todo la violenta. De manera que el enfoque humanitario y sociológico es importante para atender el crimen, pero un énfasis exagerado en ello puede llevar a que los victimarios asuman el papel de víctimas para seguir con su pocavergüenza.
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