Hay declaraciones que resultan francamente absurdas, habida cuenta de los propios hechos que relatan. En el reciente caso de brutalidad policiaca, un testigo afirma: «Un hombre... que tenía unas botas, le dio una patada en el lado de la cara y mi percepción fue que la patada fue extremadamente fuerte porque lo llevó a que hiciera un ruido como de dolor y observé que salió algo de sangre.» Aunque nunca he tenido la experiencia, estoy seguro de que, si me patearan la cara - sobre todo con unas botas - me dolería bárbaramente y, probablemente, sangraría.
Por alguna razón, hay personas que quieren ser tan «objetivas» que caen en el ridículo de explicar lo obvio. Decir que a alguien lo han pateado en la cara no necesita mayor elaboración; excepto que sea para decir que ello ocurrió reiteradamente. Una patada no es una caricia; por lo tanto se sobreentiende su efecto doloroso, sobre todo si es en un lugar del cuerpo tan delicado y sensible como el rostro. Ante esos hechos, ¿era posible que el testigo tuviera otra «percepción»?
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