Es algo que ocurre muy frecuentemente en nuestro medio: la repetición innecesaria de un elemento de la oración. Hoy se publica en la prensa: «Desde que empezaron las clases el 11 de agosto pasado, las quejas por la falta de trabajadores uno [asistentes de educación especial] en las escuelas ha sido una queja constante de padres de niños con impedimentos». Como puede verse, el problema educativo en Puerto Rico no es exclusivo de esos niños, sino que abarca a todos los demás. Todo lo que había que decir era que «... las quejas de los padres de niños impedidos han sido constantes...»
Aprovecho para pronunciarme en contra de esa mojigatería de decir «personas con impedimentos». La gente que tiene impedimentos está impedida, de ver, oír, hablar, caminar, etc. No es algo pasajero o que uno se pone y se quita; generalmente son condiciones permanentes. Que esto no impida que puedan desenvolverse bastante bien en la vida es otra cosa. El ciego -- nada de «no vidente» -- puede tener todo el éxito del mundo, como conocemos de tantos ejemplos, pero sigue estando impedido de ver, lo cual no es un insulto ni debe descorazonarlo en su desarrollo personal y profesional.
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