Hay que ser culto hasta para insultar... finamente. Hace unos años, uno de esos funcionarios «blanquitos», molesto con una gente, la tildó de crápula, queriendo decir que se trataba de individuos chusmas, de mala calaña o vulgares. Pero, el hombre, además de arrogante era ignorante, pues crápula tiene el significado particular de persona entregada al libertinaje, la vida licensiosa y los vicios. Aun en los bajos fondos de una sociedad, hay distinciones que importan y deben hacerse. Se puede ser chusma o vulgar, sin necesariamente ser un vicioso o tener otros defectos graves de carácter.
Ocurre que muchos de los que se mueven en el mundillo de la «Milla de Oro» -- nuestra versión pobre de Wall Street -- empaquetan a todos los pobres -- como sus vecinos del Caño Martín Peña -- en la misma categoría despreciable...
No hay comentarios:
Publicar un comentario