sábado, 20 de marzo de 2010

«Raro, Watson, muy raro...»

En lo que se ha publicado acerca del caso del niño Lorenzo hay un par de cosas que llamarían la atención hasta del Dr. Watson. Resulta cuestionable que el abuelo materno del niño, personalmente, llevara el colchón ensangrentado para el vertedero con una prisa inusitada. Por supuesto, peor aun es que la fiscal - que parece que no ha visto ni un episodio de cualquiera de las versiones de las series CSI - diera su visto bueno a la remoción de una pieza de evidencia tan importante. Porque, ¿qué pasa si, a pesar de las pericias realizadas, fuera recomendable examinar nuevamente ese colchón? Lo menos que puede decirse es que disponer tan rápidamente de ese colchón resulta poco previsor y prudente.

En segundo lugar, es muy extraño el interés de la madre en que se cremara al niño, alegando que no quería que se lo «comieran los gusanos» o por ¿creencias religiosas? Aquí se ha actuado, en ambos casos, como si se quisieran eliminar pruebas que pudieran esclarecer los hechos, una actitud muy sospechosa en alguien que se dice no culpable.

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