Sin el beneficio de conocer la prueba que tuvo ante sí el juez, luce extraña su decisión de no conceder una orden de protección contra el padre solicitada por, presumiblemente, la madre a favor de su hija, sobre todo ahora, a la luz de la acusación de haberla molestado sexualmente. Da la impresión de ser éste uno de esos casos de los que los ciudadanos se quejan por cierta indiferencia de los funcionarios del sistema de justicia ante denuncias de acoso, hostigamiento y conducta sexual impropia. El hecho de que el imputado sea un agente de la policía municipal levanta la sospecha de trato especial.
Lo cierto es que, en algunas salas de los tribunales, se les cree cualquier cosa a los policías, mientras, en otras, «no pegan una». Tan mala una cosa como la otra. Tan malo el amiguismo como el revanchismo. Después, todo se justifica a base de la duda razonable en la apreciación de la prueba...
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