Quiero pensar que esta vez será distinto; que la muerte de esos dos hombres impactados por un conductor en estado de embriaguez no quedará impune o penada con una sentencia ridículamente baja. Pero, los antecedentes no son muy esperanzadores. El sistema padece de una incapacidad de hacer justicia cumplida en estos casos. A los familiares de las víctimas les espera un largo y decepcionante camino.
La vida no vale nada en las carreteras, y en los tribunales tampoco.
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