Parece haber en la administración pública una actitud algo informal en lo que respecta a la firma de documentos oficiales o presumiblemente vinculantes. La nueva Directora Ejecutiva del Instituto de Cultura Puertorriqueña firma unas cartas, apenas confirmada, pero sin haber asumido su puesto oficialmente. El nuevo Presidente de la Universidad de Puerto Rico firma unos «acuerdos» con unos estudiantes en una
pizzería - ¿en una servilleta? - para luego desautorizarlos.
No creo que haya habido mala fe en los dos actos, pero estos funcionarios deben conocer mejor el alcance de su autoridad y la importancia de observar ciertas formalidades al llevar a cabo sus funciones. El servicio público exige un alto grado de responsabilidad, mucho mayor que el que se tiene en el sector privado, por lo que se dice, se hace y se pone por escrito, y quienes vienen a él tienen que conocerlo cabalmente.
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