En lo que la prensa ha llamado «un confuso incidente», relacionado con el alcalde Santini, surgen elementos que dan qué pensar. En primer lugar, se alega que el alcalde frecuentaba ese lugar. Hay lugares que un funcionario electo debe evitar, pues el ambiente es propicio para cierta conducta indeseable. En segundo término, parece coincidir esa visita con una gestión policiaca contra negocios que operan sin los debidos permisos - situación en la que, alegadamente, se encuentra ese negocio - y que el dueño requirió la intervención de Santini. Pero, ¿es función de un primer ejecutivo municipal «interceder» en una circunstancia como ésta?
Del comportamiento del alcalde hay, por lo menos, cuatro testimonios de agentes del orden público. Aunque su proceder hubiera sido impecable, lo cierto es que, repito, era impropio. El alcalde no podía fungir de abogado del negocio; mucho menos obstruir la labor de la Policía de Puerto Rico ni «retirar sus tropas» municipales, en una maniobra que luce como una «protección» del dueño del negocio.
1 comentario:
Esto suena a conflicto ético.
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