Cualquier propuesta legislativa que acorte el plazo de las campañas electorales y reduzca la aportación económica del Estado para sufragarlas debe ser vista con buenos ojos. Si algo necesita el país es que se hable menos de política partidista y se gaste menos en ella. Hay que empezar a acabar con la idea de que gana quien más gasta en publicidad. Eso sólo lo promueven las agencias de publicidad y los relacionistas públicos. En la actualidad, hay recursos alternos para difundir los programas políticos de manera más económica.
Si una vez la «vergüenza» derrotó al dinero, la conciencia puede hacer lo mismo.
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