Mal anda el país - hace rato - cuando hay que presentar un proyecto de ley para obligar a los policías a usar su identificación y su placa en funciones oficiales. El tema - dirían los argentinos - es que los guardias se las quitan para macanear ilegal e impunemente. Como la obligación parece que surge del Reglamento de la Policía nada más, y por ahí no parece haber mucha voluntad de exigirla, hay que reforzarla con el peso de la ley.
Tal parece que lo de andar «esplacao» es una maniobra orquestada en grande para esta época de protestas masivas. El Superintendente, cuya adhesión al estado de derecho es cuestionable, dice que, quien vea a uno de esos guardias sin nombre, que lo denuncie. Bueno, pero, a menos que le saquemos una foto - preferiblemente con lente telescópico, para evitarse una tunda - esa gestión va a ser casi imposible de llevar a cabo.
Una vez más cobra vigencia la pregunta hecha hace muchos siglos: «¿Quién nos protege de los que nos protegen?»
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