miércoles, 11 de noviembre de 2009

Cobardía legislativa

La flojera legislativa es legendaria. Casi 32 años han pasado desde que el Tribunal Supremo tuvo el valor de reconocer que el Estado no se puede oponer a que dos personas se divorcien porque no se quieren o no pueden vivir juntas, y se pongan de acuerdo al respecto. Hay toda una generación de puertorriqueños para la cual el consentimiento mutuo es la forma más civilizada de terminar una relación matrimonial. Ahora, que se propone incorporar al derecho positivo lo que es norma jurisprudencial, a los legisladores les tiemblan las rodillas y terminan rehuyendo, una vez más, su responsabilidad.

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