Estuve un par de días en Philadelphia, «la cuna de la libertad y la independencia americanas». Justamente, los americanos están muy orgullosos de su gesta patriótica, pero en ese afán de hacer de todo un negocio, se les ha ido la mano, y aquella zona histórica tiene más de Disney que de los Founding Fathers. Si bien han querido hacerle accesible a todo el mundo lo ocurrido inmediatamente antes, durante e inmediatamente después de 1776, lo han hecho con una simpleza que raya en lo antihistórico. El espectáculo amenaza con tragarse la sustancia.
No pasé por alto la ironía de que a Independence Hall, ese «sagrario» de la libertad, le han puesto un control de acceso - con cadenas y guardias en todo su perímetro - que obliga a los visitantes a obtener unos boletos repartidos a ciertas horas, para siquiera entrar a los terrenos del venerable local.
¿Qué hubieran dicho los Sons of Liberty?
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