El mejor argumento contra la pena de muerte se acaba de repetir en Nueva York. Luego de casi 18 años de una condena por asesinato, se ha exonerado a un tal Fernando Bermúdez.
Cinco testigos que una vez lo identificaron como el asesino, se retractaron y admitieron la falsedad. Una vez más, queda demostrado que la prueba testifical directa no es infalible, como parece pensar la mayor parte de la gente.
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