De poco ha servido la prohibición constitucional nuestra a la aplicación de la pena de muerte, habida cuenta de la injerencia de la jurisdicción federal en este país. Siendo Estados Unidos uno de los top five en el hit parade de las ejecuciones, estamos «asociados» a uno de los mayores matarifes mundiales. Véase además que, de acuerdo con la legislación americana, cada día hay más delitos por los cuales se puede condenar a muerte; por lo tanto, los delincuentes boricuas - y uno que otro no culpable - pueden caer en esa redada.
Por cierto, hay que preguntarle a los que creen en el «pacto» de 1952: ¿esto era parte del pacto o sería parte de un «nuevo pacto», según lo conciben los soberanistas aguados?
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