A la dilación en presentar el informe presentencia en el caso de De Castro Font - y con ello demorar la imposición de la sentencia - se le ve la costura del subterfugio. Jorgito debe estar «cooperando», por etapas, con los federales, y no conviene sentenciarlo hasta que se le haya «sacado el jugo.» Porque ¿cuán difícil puede ser hacer un informe de esta naturaleza acerca de un sujeto como él? Se trata de una persona conocidísima - que ahora conocemos mejor -, quien aceptó sus delitos, cuando no le quedó otro remedio, y luego de veinte mil jaquetonerías. Su reputación en la comunidad no puede ser peor, y lo más probable es que, cuando salga, volverá a las andadas.
Con todo eso, el informe debe recomendar la pena máxima, sin darle más vueltas al asunto.
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