En la crónica deportiva sobre la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Beijing se nos dice: "Los boricuas no se dejaron abrumar por la alegría y empuñaron la monoestrellada con gracia y dignidad." Hombre, no faltaba más, que, habiendo ido tan lejos, fuera precisamente la "alegría" la que agobiara a nuestros muchachos. Estar abrumado es estar agobiado; es un sentimiento fundamentalmente negativo. Distinto sería, si el cronista hubiera dicho que nuestros atletas se sintieron "abrumados" por la gran responsabilidad de representarnos y hacer un papel decoroso en esa justa mundial, en la cual es tan difícil brillar.
Es posible que la bruma de contaminación que en esta época se cierne sobre Beijing haya "abrumado" al cronista.
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