El fascismo de derecha -- que, frecuentemente, sirve al capital -- se ocupa de enriquecer a sus portaestandartes y adláteres, mientras se jacta de combatir el «comunismo ateo», el socialismo y cualquier movimiento social igualitario. El saqueo de las arcas públicas es casi una constante en el mundillo de los generalotes devenidos en generalísimos.
Un tribunal de apelaciones chileno ha validado la investigación de diez años sobre la pillería de Pinochet y los suyos, aunque solo parcialmente, pues la familia del pillo mayor queda libre de polvo y paja para continuar disfrutando de los casi $20 millones que él se robó, mientras se procede contra seis de sus secuaces. Ya el Tribunal Supremo de Chile había decidido que a los familiares no se les podía acusar de malversación de fondos públicos porque no eran empleados públicos o funcionarios.
De todas maneras, y pese a ese resultado desigual, insatisfactorio y tardío, algo de justicia se ha hecho, sobre todo para poner en evidencia que esos «padres de la patria» con uniformes llenos de condecoraciones no son otra cosa que bandidos glorificados y el brazo armado del capital.
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