Leo que Rafael Hernández Colón ha publicado un libro en el que recoge su viejísima y desacreditada tesis de que el Estado Libre Asociado es un status «soberano». Distinto de su viejo mentor en el colonialismo -- sobre todo en sus fundamentos jurídicos -- Trías Monge, quien, al borde de la tumba, rectificó en algo esa monstruosa mentira, RHC insiste en mantener esa ficción. Igual que Muñoz, él es «un hombre acorralado por la historia», como muy bien dijo César Andreu Iglesias del Patriarca del coloniaje puertorriqueño.
Dejando a un lado otros aspectos de su enajenación de la realidad nuestra, RHC insiste empecinadamente en dar su propia definición de «soberanía», confundiendo lo que es una mera autonomía -- más o menos amplia -- con lo que el resto del planeta sabe que es soberanía. Esa falta de honradez intelectual lo descalifica como alguien a quien le debamos prestar atención en sus planteamientos pseudojurídicos para justificar el coloniaje.
Quede claro: no importa lo que afirme RHC, ni los estados de Estados Unidos ni otros estados de federaciones son soberanos. La soberanía es el poder de última instancia, y eso, no importa la retórica que se emplee, nunca lo ha tenido nuestro país. Lo imperdonable es que se utilicen la inteligencia y el prestigio profesional para tratar de encubrir o justificar la sumisión política de la tierra que nos ha visto nacer.
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