martes, 1 de septiembre de 2009

"Nancy, with the somber face..."

Ojalá, llegado el momento de la verdad, la sentencia en el caso de Nancy Hernández refleje adecuadamente la gravedad de sus delitos, y no se agüe con el «ay bendito». El tribunal tiene una magnífica oportunidad de enviar un mensaje claro y contundente a todos esos blanquitos que se aprovechan de sus negocios o puestos en la empresa privada para lucrarse indebidamente. No podemos atacar solamente a la corrupción en el sector público y dejar la del sector privado con sanciones que son casi un regaño. Seis años de cárcel en un caso como éste es una burla a las víctimas. Una docena estaría mucho mejor.

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