Es frecuentisimo escuchar a quienes cometen un delito decir que han incurrido en una equivocación o error. El más reciente ha sido Víctor Fajardo: << En términos de toma de decisiones en unos momentos dados de la vida, uno tiene que admitir que sí, me equivoqué, y por eso estoy cumpliendo con todo lo que se me ha impuesto >>. Pues, creo que el exSecretario de Educación no ha aprendido bien la lección porque el mea culpa requiere otra cosa.
Equivocarse es << tener o tomar algo por otra cosa >>. No creo que pueda decirse que Fajardo estaba confundido cuando urdió el esquema fraudulento para quedarse con $4.3 millones de fondos públicos, pensando que el dinero era suyo, lo había heredado o lo tomó a préstamo legítimamente. Él sabía exactamente lo que hacía.
Tampoco incurrió en un error, pues, en Derecho, es << vicio del consentimiento causado por equivocación de buena fe >>. Nuevamente, él no actuó con la creencia sincera de que lo que hacía estaba bien, sino todo lo contrario.
Me parece que Fajardo y los que como él se expresan acerca de sus actos ilegales deben demostrar su verdadero arrepentimiento empezando por admitir que actuaron de mala fe, con pleno conocimiento de causa y con el propósito de lucrarse o conseguir cualquier otro fin << ilegal, inmoral, contrario al orden público o a las buenas costumbres >>.
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