Acá en «el mejor de los dos mundos», los federales continúan incursionando en la jurisdicción puertorriqueña, tomando la batuta en la investigación de casos penales que nada tienen que ver con asuntos que normalmente son de la competencia del Gobierno de Estados Unidos. Al paso que esto va, no va a quedar actividad delictiva en el país fuera del control federal.
Ahora se trata de los robos domiciliarios, delitos puramente locales, en los que, en virtud de otro de los muchos «acuerdos de colaboración», ahora el FBI y la Fiscalía federal, desplazan a la Policía de Puerto Rico, la cual asume un papel de segundona. Por supuesto, no hay tal cosa como un «acuerdo». Esto es una imposición del Gobierno federal, que tiene a la policía puertorriqueña por corrupta e inepta, y se mete de lleno a perseguir delitos comunes. Como, de ordinario, no habría jurisdicción para ello, gestiona que la Policía le pida ayuda, para justificar su intervención.
Así continúa y se hace más profunda la tutela colonial en nuestro país.
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